diumenge, 11 de maig del 2014

LA HISTORIA DE MONIQUE    CAP. IX


Monique

Sochi, costa del Mar Negro, Mil años después…o eso parece.

Mi recuperación avanza. Monique está sentada en una tumbona al lado de la mía mientras, a nuestros pies,  un jardinero ajeno completamente a nosotros trabaja en el hermoso jardín de la villa que Dimitri Lébedev posee a las afueras de Sochi. Estamos en una terraza que mira a un bello atardecer en el mar negro. Es primavera.
Pero ni Monique ni yo somos conscientes de tal belleza, la ignoramos mientras desgranamos nuestros recuerdos, cotejamos información y intentamos saber de qué coño va esto y qué cojones ha sucedido y lo más importante, qué vamos a hacer a partir de ahora.

Monique cuenta su historia.

Tras la muerte de Fassbender en Hamburgo se dispararon las alarmas en Amberes. Amberes era, por así decirlo, nuestra oficina central, bajo la estricta dirección de Monique i Laura su lugarteniente y amante.
Nuestros contactos en Hamburgo confirmaron en seguida la sospecha de que no había sido un simple ataque cardíaco y que se olía una caza como nunca había sucedido.
-Prácticamente no tuvimos tiempo de reaccionar-dice Monique, mientras una mueca de dolor profundo cruza por su quemado rostro.
-Empezaron a no responder los teléfonos de emergencia, solo a ti pude llamarte, pero Hanna, Klaus, Diego…y todos los demás se perdieron el primer día.
- Estambul a la mañana siguiente, joder…con lo que costó aquello!
No digo nada, escucho como sus demonios cobran forma a medida que sus palabras salen de su boca.
-Laura- Continúa con un rictus de tristeza en los labios- creyó que lo mejor era que nos fuésemos a Santuario en Costa rica inmediatamente, y dios mío, no le hice caso. Le dije que debíamos esperar que quizás no todo estuviera perdido. Que quizás alguna célula habría escapado, no sé, tú, Argel, o quizás Shangai…Nos cazaron a todos…
-¿Que ocurrió en Amberes Monique?- pregunto con un hilo de voz.
-Nos íbamos ya, teníamos el coche en la calle en marcha, habíamos destruido todos los documentos posibles, Laura ya había subido al coche cuando se acordó que  se había dejado un pendrive importante, maldita sea, encima de mi mesa. Volvió a entrar y…entonces vi la furgoneta. Estaba aparcada a unos cincuenta metros de nuestra entrada. Al conductor no lo reconocí pero su acompañante, era Dubois. Ya sabes…
-Sí- ya sé- Dubois, ex capitán  Louis Fernidand Dubois, un hijo de puta frio como el hielo, experto en explosivos expulsado discretamente y con deshonor de l’armée por sus contactos con Action Directe y actualmente bombardero free lance.Tendrian que haberlo  encerrado de por vida en Guayana pero algo sabia de alguien  que lo impidió. Ahora campaba a sus anchas por los bajos fondos de Paris, siempre dispuesto a aceptar un encargo, eso sí, bien pagado de hacer saltar a algún pobre desgraciado por los aires.

-Me lancé fuera del coche para avisar a Laura…no llegué al portal. – Calla, cierra los ojos.

Se abre paso un silencio que no oso romper.
-No quedó nada… (Suspiro) ni de la central, ni de… Laura, ni de mi cara…incluso Fred, nuestro conductor que estaba en el coche recibió metralla en pleno rostro. Afortunadamente conservó la sangre fría suficiente para meterme dentro del coche a rastras mientras aún duraba la nube de polvo y se alejó de allí antes de que Dubois y los suyos vieran que me había librado.

-¿Qué hiciste después?- aún me costaba articular palabras, mi herida se cerraba pero aún dolía

-Consideré todas las opciones, pasado el shock, dentro de un coche debajo de un puente en un muelle abandonado, con Fred sangrando por el cuello, su herida le había afectado la yugular y se estaba muriendo sin darse cuenta. Yo había perdido la visión de este ojo- señala su vendaje que le cubre media cara-. Entonces pensé en Dimitri, tenía gente en Amberes y nos debían más de un favor, ¿recuerdas?
- Sí, asiento con la cabeza- Dimitri Lébedev, antiguo coronel de la KGB, tercer directorio, metido a traficante de armas de la antigua URSS y de vete a saber cuántas cosas más. Te podía vender desde un Caza sukhoi-37 hasta una bellísima escort.- el buen Dimitri-Era uno de nuestros principales clientes y habíamos  establecido una especie de relación de mutuo apoyo entre él y nuestra organización. Por decirlo de alguna manera.

-Dimitri, tenía gente, efectivamente –continúa- siempre tiene gente en Amberes por los diamantes. Muchas veces los pagos de las armas se efectuaban con piedras preciosas.
Su lugarteniente, Nikolay  Smirnov me recogió cuando ya me desvanecía, Fred llevaba muerto unas horas ya. Aquella misma tarde salí del país.

Calla y fija su vista en un horizonte cada vez más oscuro, sus pensamientos huyen hacia ese sol que se sumerge en esas aguas de un mar negras como su nombre. Quizás Laura la sonríe detrás de esos últimos rayos, baja la cabeza, como rindiéndose.
Se recobra inmediatamente, el jardinero debe haberse ido tiempo ha, estamos solos, me echa una manta encima de los hombros.

- Es muy tarde ya,  debes acostarte, anochece  y pronto hará frio.

Entramos, me echo en la cama y ella se acerca y me acaricia la frente, su mano desciende por mi mejilla y una lágrima se escapa de su ojo torturado y cae en mis labios. Creo que en Amberes saltaron en pedazos muchas cosas, Laura, Fred, nuestro mundo y la coraza y el alma de Monique. Y solo queda lo que contemplo alejarse de mi habitación. Una criatura frágil que quizás siempre existió en su interior.


Cierro los ojos e intento dormir, mañana será un día interesante, llega nuestro anfitrión.