diumenge, 27 d’abril del 2014



                                        Lázaro. Cap. VIII



Levántate y sal fuera
San Juan 11 vers.43



Un dolor intenso e inmediato se abre paso a través de la oscuridad en que estoy inmerso.
 Intento abrir los ojos pero no puedo. Como si una losa les aplastara, mis párpados se resisten a obedecer..
Floto aparentemente en una ingravidez extraña, ligeras sacudidas agitan lo que creo mi entorno.
¿Qué es ese zumbido? Alguien me toca un brazo. El dolor aumenta, va y viene en oleadas salvajes recorriendo todo mi cuerpo. Pero no puedo moverme.
Una rendija de luz se filtra por entre mis pestañas  quemando mi retina. Aún así, me  aferro a esa hiriente luz como un náufrago a una balsa.
Unas voces se superponen al zumbido. Hablan entre ellos  pero no los entiendo. ¿Donde cojones estoy?
Lo conseguí, rostros cerca de mí, mezclados, difuminados en una lechosa claridad.
¿Estoy en el cielo? ¿O en el infierno? ¿Son ángeles o demonios quienes se acercan a mi cara?
Ángeles con rostro de…¿Monique? De Monique con media cara vendada? ¿Y el otro rostro? ¿Dimitri? Definitivamente, estoy en el infierno y los demonios revolotean a mi alrededor.
Me hablan, noto su aliento en mi piel, pero sigo sin entender que me están diciendo. Cierro los ojos, la fatiga y el dolor me vencen. A medida que me sumerjo en la inconsciencia otra vez, me persigue una risotada como un eco de Dimitri. Infierno, seguro. Oscuridad…
Despierto al cabo de lo que me parecen haber sido mil años o un instante. El zumbido ha desaparecido, tengo frio, algo de dolor. Los ojos ya no me pesan. Permanezco quieto, antes de obligarme a despertar intento razonar donde estoy.
Por primera vez, tengo la sensación de estar echado en una verdadera cama. Me atrevo a mirar. Estoy en una habitación grande prácticamente vacía, no puedo mover ni un músculo a excepción de mis ojos, estoy demasiado débil aún. Paredes limpias y blancas como la nieve, sin muebles excepto un aparato médico que no reconozco, situado a mi lado lleno de botellas y una pantalla con multitud de números y símbolos que no logro enfocar. La luz proviene lateralmente, de un ventanal abierto. Un viento suave mece una cortina de lino blanco. Sólo puedo adivinar un jardín detrás de esa ventana. Olores de hierba húmeda recién cortada, voy recuperando mis sentidos.
Tengo la boca horriblemente pastosa y con un sabor ferroso. Intento articular algún sonido pero fracaso.
Más imágenes, una playa, un sol poniéndose…una figura desapareciendo entre la creciente oscuridad. Carla. Entonces recuerdo a medias quién soy.
-¡Doktor, doktor, eto probuzhdeniye!
¿Quién ha dicho esto? Una voz de mujer. Una sombra alta y blanca pasa a mi lado y manipula algo que no llego a ver.
Me doy cuenta que de mi brazo salen multitud de tubos, de mi nariz incluso,  un hospital? Carla, disparo, mar, Barcelona, el desierto…
Vuelvo a caer, pensar me fatiga. Intento vaciar mi mente. Mi instinto de supervivencia canaliza mis exiguas fuerzas a  mantenerme con vida y ralentiza mi mente.
Carla, la playa, desierto…Daniella, Percy,un perro lamiendo un charco de sangre... se me mezclan imágenes y nombres que no situo.
Voy a dormirme otra vez mientras me convierto en un niño de siete años al que su  nonna le lee fragmentos  de la biblia antes de acostarse.

-e Gesù è venuto e ha detto

-Lazzaro, alzati e cammina